viernes, 1 de julio de 2016
Colaboración de Vicente Enguídanos Garrido
Colaboración de Vicente Enguídanos Garrido
Consiste
en conocer los puntos sensibles de un cuerpo de mujer. Un beso suave,
dulce, en silencio, recorriendo muy lentamente esos puntos que transmiten
al centro energético del cerebro esa energía que hace fabricar las
endorfinas que se expanden poco a poco por todos los músculos, arterias y
venas, produciendo una relajación que se transforma en éxtasis y puede
llegar hasta el orgasmo.
Una sensación especial que el cuerpo admite como algo
extraordinario y que le hace sentir esa placidez de bienestar y una renovación
de energía que llega a lo más profundo de su ser.
Ese beso que si se empezó por los labios, ha ido
ascendiendo por toda la faz y se reparte poco a poco por los ojos, el rostro,
la frente, volviendo en su recorrido a los dulces labios que fundiéndose de
nuevo llegan a experimentar esa unión de la fuerza del Ying Yang; de dos almas
que se sienten transportadas, fusionadas en una sola y sienten la fuerza del
Universo en una explosión que va más allá del Infinito.
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