martes, 30 de agosto de 2011
EL NUEVO ARTE DEL SIGLO XXI
Tres en uno. Un paso más para este siglo en el que se ha llegado a unir, cuadros con poemas y música de fondo. Ese paso representa una nueva forma de enfocar el ARTE desde una perspectiva diferente; un “PLUS ULTRA” más allá, porque la poesía se puede sentir en la pintura, que se puede oír, en las palabras que se pueden ver y en la música que se puede pintar (Marzo 2010) e integrar todas esas artes en una sola.
Habrá que preparar a las nuevas generaciones, para formarse en este nuevo ARTE que será mucho más completo, al unificar la pintura, literatura y música.
Para ello habrá que aceptar que así como sólo existen siete colores, coincide que sólo hay siete notas musicales, para poder expresar todas las combinaciones del pentagrama. Luego siete es el número perfecto que unifica los colores y la escala musical, por medio de la frecuencia vibratoria, pues cada nota corresponde a un color y sólo a uno, por lo cual se puede deducir que al pintar con distintos colores estamos reproduciendo sobre el lienzo la notas musicalesl.
Creo que ha llegado el momento y es la hora para dar un paso más, como empezaba diciendo al principio, que es el de sacar a la LUZ la nueva idea de unificar las tres ARTES como son la pintura, la poesía y la música porque la vibración de una nota está en relación directa coincidiendo con la frecuencia de un color, con la de un elemento de la escala de Mendeleyef y que aún es más profunda de lo que he manifestado, pues no solamente existe esa relación vibracional entre color, notas musicales y algunos minerales, sino también está en relación con algunos sonidos que se usan para experiencias de comunicación con otras dimensiones que están fuera de nuestro campo visual y auditivo, como son las frecuencias dentro del campo electromagnético de las ondas infrarrojas y ultravioletas, así como de los ultrasonidos que normalmente nuestros ojos y oídos humanos no todos pueden captar.
Vicente Enguídanos Garrido. Artista plástico, escritor y poeta
Publicado por VICENTE ENGUIDANOS GARRIDO en 11:58 0 comentarios:
ORACION ANTE EL SAGRARIO
Durante la lectura de la palabra y de la oración compartida, en ésta noche de la Virgen de Lourdes, con todo el grupo de Consolación, he vivido una experiencia de AMOR, que quisiera recordar y poder transcribir.
Es muy difícil poder llegar a visualizar las sensaciones
de expansión espiritual, como penetrando todo mi Ser
en todos los demás, inundándome de AMOR e irradiando AMOR.
Quisiera poder recordar todas las palabras y las frases
que mi Ser le ofrecía al SEÑOR, y la dulzura que
experimentaba, como flotando en el ambiente
y que se iba depositando sobre todos nosotros, como micelas de polvo que se pueden ver, cuando un rayo de sol penetra en una habitación oscura.
Las palabras de agradecimiento brotaban,
desde el fondo de mi corazón y se agolpaban
en mi garganta, sin salir por mis labios, sin embargo, se expandían a través de mi cuerpo e iban hacia el Sagrario, visualizando que llegaban a CRISTO y al PADRE, mientras el ESPÍRITU lo inundaba todo, llenando el espacio vacío.
La habitación estaba plenificada por Él. Era como una
densa niebla de LUZ, una bruma que nos envolvía
a todos, dándonos paz, serenidad y equilibrio.
Todo estaba estático, como, si el tiempo se hubiera
detenido; pero en el fondo de cada uno, todo vibraba,
el corazón latía con fuerza; experimentando esa
sensación amorosa de ternura, esa mano suave
del paso del Espíritu, que penetra hasta el fondo,
unificando lo humano con lo divino.
Es entonces, cuando desde la fibra más sensible,
brotan los sentimientos de Amor, de agradecimiento,
de cariño hacia el PADRE, hacia CRISTO, la fuente
del AMOR, hacia el ESPÍRITU, que nos impulsa
y grita desde dentro de nosotros desaforadamente,
dando gracias por el AMOR.
Por ése AMOR que nos ama desde siempre, que no se cansa de amarme, a pesar de mis infidelidades, de mis miserias, de mis errores, de mis debilidades, de mis fallos, de todos mis incumplimientos en no darme totalmente a mis hermanos.
A todos los que el SEÑOR ha puesto en círculos
concéntricos a mi alrededor, y aún, día a día,
va colocando alguno más, esporádicamente, para
que le sirva incondicionalmente, en ése necesitado,
inválido, enfermo, moribundo: que es ÉL MISMO.
Ese CRISTO viviente en el lecho de dolor, que expira poco a poco, preguntándose en su interior, como criatura humana ¿Por qué SEÑOR? No llegando a entender muchas veces, que es el mismo CRISTO, el que muere cada vez en cada ser humano, repitiendo como en el GÓLGOTA.
¡PADRE, en tus manos encomiendo mi Espíritu!
Estoy llegando a sentir, en este instante, la llama de AMOR, que enviaba hacia mi SEÑOR y recibía desde su figura, aumentada y corregida, desde su CORAZON radiante de AMOR, entendiendo cómo su AMOR, era todo para mí, y era todo dulzura, ternura, suavidad y al mismo tiempo, le alababa por su Grandeza, y le decía:
¡QUE GRANDE ERES SEÑOR! porque yo recibo todo
Tu AMOR, sin que les falte, y sin robarles ni un gramo
de ese mismo AMOR, a todos mis hermanos.
Es muy difícil poder llegar a visualizar las sensaciones
de expansión espiritual, como penetrando todo mi Ser
en todos los demás, inundándome de AMOR e irradiando AMOR.
Quisiera poder recordar todas las palabras y las frases
que mi Ser le ofrecía al SEÑOR, y la dulzura que
experimentaba, como flotando en el ambiente
y que se iba depositando sobre todos nosotros, como micelas de polvo que se pueden ver, cuando un rayo de sol penetra en una habitación oscura.
Las palabras de agradecimiento brotaban,
desde el fondo de mi corazón y se agolpaban
en mi garganta, sin salir por mis labios, sin embargo, se expandían a través de mi cuerpo e iban hacia el Sagrario, visualizando que llegaban a CRISTO y al PADRE, mientras el ESPÍRITU lo inundaba todo, llenando el espacio vacío.
La habitación estaba plenificada por Él. Era como una
densa niebla de LUZ, una bruma que nos envolvía
a todos, dándonos paz, serenidad y equilibrio.
Todo estaba estático, como, si el tiempo se hubiera
detenido; pero en el fondo de cada uno, todo vibraba,
el corazón latía con fuerza; experimentando esa
sensación amorosa de ternura, esa mano suave
del paso del Espíritu, que penetra hasta el fondo,
unificando lo humano con lo divino.
Es entonces, cuando desde la fibra más sensible,
brotan los sentimientos de Amor, de agradecimiento,
de cariño hacia el PADRE, hacia CRISTO, la fuente
del AMOR, hacia el ESPÍRITU, que nos impulsa
y grita desde dentro de nosotros desaforadamente,
dando gracias por el AMOR.
Por ése AMOR que nos ama desde siempre, que no se cansa de amarme, a pesar de mis infidelidades, de mis miserias, de mis errores, de mis debilidades, de mis fallos, de todos mis incumplimientos en no darme totalmente a mis hermanos.
A todos los que el SEÑOR ha puesto en círculos
concéntricos a mi alrededor, y aún, día a día,
va colocando alguno más, esporádicamente, para
que le sirva incondicionalmente, en ése necesitado,
inválido, enfermo, moribundo: que es ÉL MISMO.
Ese CRISTO viviente en el lecho de dolor, que expira poco a poco, preguntándose en su interior, como criatura humana ¿Por qué SEÑOR? No llegando a entender muchas veces, que es el mismo CRISTO, el que muere cada vez en cada ser humano, repitiendo como en el GÓLGOTA.
¡PADRE, en tus manos encomiendo mi Espíritu!
Estoy llegando a sentir, en este instante, la llama de AMOR, que enviaba hacia mi SEÑOR y recibía desde su figura, aumentada y corregida, desde su CORAZON radiante de AMOR, entendiendo cómo su AMOR, era todo para mí, y era todo dulzura, ternura, suavidad y al mismo tiempo, le alababa por su Grandeza, y le decía:
¡QUE GRANDE ERES SEÑOR! porque yo recibo todo
Tu AMOR, sin que les falte, y sin robarles ni un gramo
de ese mismo AMOR, a todos mis hermanos.
¡QUE GRANDE ERES SEÑOR, PADRE MÍO DEL AMOR!
Haz que yo te quiera sobre todas las cosas, y que esté siempre dispuesto para servirte en los demás, como Tú deseas que lo haga.
¡GRACIAS PADRE! por tu misericordia, por todo lo que eres y por todo lo que no eres, y para que TU LUZ, nos haga descubrirte en nosotros y en todos los demás. No puedo más, SEÑOR, me duermo, los ojos
se me cierran, que descanse en paz y TU ESPÍRITU
me renueve ésta noche y me infunda TU PALABRA,
para hacer TU VOLUNTAD. AMÉN.
Haz que yo te quiera sobre todas las cosas, y que esté siempre dispuesto para servirte en los demás, como Tú deseas que lo haga.
¡GRACIAS PADRE! por tu misericordia, por todo lo que eres y por todo lo que no eres, y para que TU LUZ, nos haga descubrirte en nosotros y en todos los demás. No puedo más, SEÑOR, me duermo, los ojos
se me cierran, que descanse en paz y TU ESPÍRITU
me renueve ésta noche y me infunda TU PALABRA,
para hacer TU VOLUNTAD. AMÉN.
viernes, 26 de agosto de 2011
POR QUÉCREO EN DIOS
¿POR QUÉ CREO EN DIOS?
Es una pregunta con implicaciones muy profundas, pues las respuestas pueden ser varias y parecidas o distintas, según quien la conteste; pues no será la misma, si es la de un bautizado, que se dice católico, pero que desde que tomó la primera comunión no ha vuelto por la iglesia, que la de aquél que luego ha continuado yendo a misa los domingos y no se ha parado a profundizar más. Tampoco será igual la respuesta de aquél que ha intentado profundizar en la Biblia, viéndose reflejada allí su propia historia. Y mucho menos se parecerá la respuesta, de quien habiendo intentado profundizar buscando la Verdad y su Origen, se haya encontrado, sin esperarlo, con la respuesta a su llamada, que por gracia, el Ser Universal emite a todo lo Creado.
En un principio podríamos decir, que creo en Dios desde mi infancia, porque así me lo enseñaron de pequeño. Luego, esa creencia, va cambiando con el paso de los años; pero no hay consistencia en esa creencia, pues se dice cuando te preguntan ¡Sí, creo en Dios!, pero no hay base sólida para sostenerlo en profundidad. La verdad es que hay una necesidad de creer que existe Dios, pues la nada te asusta. Vives en esa época de una forma superficial, pues la creencia egoísta que siente por necesidad de supervivencia no te descubre más allá. A pesar de ello, sientes el temor de Dios, de un Dios que te va a premiar o castigar, según tus aciertos o errores.
En un intento de descubrir esa Verdad, en ésa búsqueda incesante, das un paso más y encuentras un Dios no tan lejano, como te habían enseñado, sino mucho más cercano; tan cercano que está en todos los demás.
Empiezas a creer en un Dios tangible, con más peso específico, más humano. Ya empiezo a creer en Dios, pero de una forma más personal, porque empiezo a detectar que Dios está más cerca de mí, que puedo verlo y tocarlo en los demás y en todo lo creado.
¡Y entonces creo en DIOS!, empiezo a creer firmemente, a partir de este momento en que descubro la alegría que siento y que me impulsa hacia los demás. Porque hay una fuerza que me hace creer que son a su imagen y semejanza. Esa fuerza me lleva a la entrega, a la ayuda incondicional, a ver que Él está en cada uno de nosotros.
Al intentar la transformación en ese caminar, que te impones, para conseguir la llegada a ese punto, donde las virtudes pueden ir eliminando los defectos e imperfecciones; empiezas a detectar en tu forma de actuar y de ser, que quieres cambiar, y ves qué difícil es cambiar hábitos y costumbres.
Cayendo y levantándote, con esfuerzo denodado, luchas por esa superación que quieres ofrecer a ese DIOS que has descubierto, que no ha sido impuesto, pues ésa etapa fue en otra época, sino que TE HA SIDO REVELADO POR AMOR: pues por Amor funcionan todas las relaciones, y la alegría, la tranquilidad y el equilibrio, tienen su esencia en El AMOR.
A partir de aquí, empieza un nuevo ¡Por qué creo en DIOS! Una respuesta a ese por qué; sería: que el AMOR empieza a ser la base y fundamento de mi existencia. Empiezo a notar cómo penetra por todos mis poros, ese AMOR, que desde fuera llega hasta el fondo de mi corazón, me inunda y me hace vibrar en AMOR hacia todo y hacia todos.
Se produce un cambio, y no es ya una creencia con la mente, que DIOS existe, sino que en lo profundo de mi ser, noto una seguridad, una certeza: ¡Sé que es así y nada más, lo sé, ¡DIOS EXISTE EN MÍ¡ Nadie me lo puede decir, pero ¡YO LO SÉ!.
Empieza entonces una comunicación con mi Origen el Ser Universal, mi meta final; llegar a ser en ÉL. Desde lo íntimo de mi ser empiezan a brotar palabras de alabanza, de agradecimiento, de perdón, de ofrecimiento de cambio, de regeneración, un grito profundo dice ¡PADRE! y noto cómo un manto protector de ternura me envuelve. Luego me siento hijo y como tal, pongo mi voluntad y mi libertad en sus manos; mis preocupaciones y mis anhelos, se los ofrezco entonces con todas las cargas que como humano tengo, y creyendo firmemente, acuden a mi memoria aquellas palabras que el Dios encarnado nos dijo "Venid a Mí, los que estáis cansados y abatidos que YO cargaré con todo el peso de vuestras imperfecciones y miserias, y veréis cómo mi yugo es suave y mi carga ligera".
A partir de ese momento, la visión de las cosas se trasforma. Se tiene una mirada trascendente, y la Fe, la Esperanza y el Amor, adquieren una fuerza tal, que nadie te puede arrebatar. Y es cuando puedes decir, ¡CREO EN DIOS, PORQUE DIOS ES EL AMOR! EL AMOR está en mí y me guía para vivir en AMOR, pensar en AMOR y ser EL AMOR.
Vicente Enguídanos Garrido
Castellón 21 de Noviembre de 1993.
Es una pregunta con implicaciones muy profundas, pues las respuestas pueden ser varias y parecidas o distintas, según quien la conteste; pues no será la misma, si es la de un bautizado, que se dice católico, pero que desde que tomó la primera comunión no ha vuelto por la iglesia, que la de aquél que luego ha continuado yendo a misa los domingos y no se ha parado a profundizar más. Tampoco será igual la respuesta de aquél que ha intentado profundizar en la Biblia, viéndose reflejada allí su propia historia. Y mucho menos se parecerá la respuesta, de quien habiendo intentado profundizar buscando la Verdad y su Origen, se haya encontrado, sin esperarlo, con la respuesta a su llamada, que por gracia, el Ser Universal emite a todo lo Creado.
En un principio podríamos decir, que creo en Dios desde mi infancia, porque así me lo enseñaron de pequeño. Luego, esa creencia, va cambiando con el paso de los años; pero no hay consistencia en esa creencia, pues se dice cuando te preguntan ¡Sí, creo en Dios!, pero no hay base sólida para sostenerlo en profundidad. La verdad es que hay una necesidad de creer que existe Dios, pues la nada te asusta. Vives en esa época de una forma superficial, pues la creencia egoísta que siente por necesidad de supervivencia no te descubre más allá. A pesar de ello, sientes el temor de Dios, de un Dios que te va a premiar o castigar, según tus aciertos o errores.
En un intento de descubrir esa Verdad, en ésa búsqueda incesante, das un paso más y encuentras un Dios no tan lejano, como te habían enseñado, sino mucho más cercano; tan cercano que está en todos los demás.
Empiezas a creer en un Dios tangible, con más peso específico, más humano. Ya empiezo a creer en Dios, pero de una forma más personal, porque empiezo a detectar que Dios está más cerca de mí, que puedo verlo y tocarlo en los demás y en todo lo creado.
¡Y entonces creo en DIOS!, empiezo a creer firmemente, a partir de este momento en que descubro la alegría que siento y que me impulsa hacia los demás. Porque hay una fuerza que me hace creer que son a su imagen y semejanza. Esa fuerza me lleva a la entrega, a la ayuda incondicional, a ver que Él está en cada uno de nosotros.
Al intentar la transformación en ese caminar, que te impones, para conseguir la llegada a ese punto, donde las virtudes pueden ir eliminando los defectos e imperfecciones; empiezas a detectar en tu forma de actuar y de ser, que quieres cambiar, y ves qué difícil es cambiar hábitos y costumbres.
Cayendo y levantándote, con esfuerzo denodado, luchas por esa superación que quieres ofrecer a ese DIOS que has descubierto, que no ha sido impuesto, pues ésa etapa fue en otra época, sino que TE HA SIDO REVELADO POR AMOR: pues por Amor funcionan todas las relaciones, y la alegría, la tranquilidad y el equilibrio, tienen su esencia en El AMOR.
A partir de aquí, empieza un nuevo ¡Por qué creo en DIOS! Una respuesta a ese por qué; sería: que el AMOR empieza a ser la base y fundamento de mi existencia. Empiezo a notar cómo penetra por todos mis poros, ese AMOR, que desde fuera llega hasta el fondo de mi corazón, me inunda y me hace vibrar en AMOR hacia todo y hacia todos.
Se produce un cambio, y no es ya una creencia con la mente, que DIOS existe, sino que en lo profundo de mi ser, noto una seguridad, una certeza: ¡Sé que es así y nada más, lo sé, ¡DIOS EXISTE EN MÍ¡ Nadie me lo puede decir, pero ¡YO LO SÉ!.
Empieza entonces una comunicación con mi Origen el Ser Universal, mi meta final; llegar a ser en ÉL. Desde lo íntimo de mi ser empiezan a brotar palabras de alabanza, de agradecimiento, de perdón, de ofrecimiento de cambio, de regeneración, un grito profundo dice ¡PADRE! y noto cómo un manto protector de ternura me envuelve. Luego me siento hijo y como tal, pongo mi voluntad y mi libertad en sus manos; mis preocupaciones y mis anhelos, se los ofrezco entonces con todas las cargas que como humano tengo, y creyendo firmemente, acuden a mi memoria aquellas palabras que el Dios encarnado nos dijo "Venid a Mí, los que estáis cansados y abatidos que YO cargaré con todo el peso de vuestras imperfecciones y miserias, y veréis cómo mi yugo es suave y mi carga ligera".
A partir de ese momento, la visión de las cosas se trasforma. Se tiene una mirada trascendente, y la Fe, la Esperanza y el Amor, adquieren una fuerza tal, que nadie te puede arrebatar. Y es cuando puedes decir, ¡CREO EN DIOS, PORQUE DIOS ES EL AMOR! EL AMOR está en mí y me guía para vivir en AMOR, pensar en AMOR y ser EL AMOR.
Vicente Enguídanos Garrido
Castellón 21 de Noviembre de 1993.
domingo, 21 de agosto de 2011
"ALTRE CRISTUS"
Página Web: http://clepsidra.ning.com"ALTRE CRISTUS"
“Otro Cristo” es la imagen que se me ha proyectado para desarrollar. Otro Cristo, que representa al que tengo enfrente. Si pudiéramos ver de verdad, tras el cuerpo físico de otra persona, que existe en su interior ése otro Cristo que todos llevamos y que algunos intuyen, y muy pocos llegan a descubrir, para poder volcar todo el manantial de Amor que fluye desde nuestro fondo; y que muchas veces no dejamos salir, presionado por el tapón en la roca; pues el compromiso que eso conlleva, puede ser peligroso, pues significa dar todo lo que uno es sin reservas. Lo que tiene, lo que piensa: en una palabra, todo lo que representa a los ojos humanos.
Recuerdo, una escena de mi vida, donde descubrí, que es posible ver a Cristo en los demás, desechando la imagen física, de un cuerpo inválido en la cama, de una faz arrugada y ajada por el paso del tiempo; los años que desgastan y degradan al ser humano, casi una piltrafa; sólo piel y huesos, y a veces, hasta una mente ida y perdida en el vacío.
Descubrir ese Cristo en el vecino, el amigo, en el familiar, etc. Puede ser algo maravilloso; pues puede servir, para superar traumas, agobios, sinsabores, y también encontrar la alegría de vivir en ésta vida material, porque encuentra el alma, el sentido de vivir, para superar imperfecciones que oprimen y desvían al Ser y que no tienen sentido, si no es para evolucionar, llegando a comprender que la Esencia, pertenece a otro plano, que no corresponde al material.
Si pudiéramos llegar a ver y no con los ojos físicos, que la Esencia que inunda todo cuerpo humano, es la misma, entenderíamos por qué la necesidad de llegar a la Unidad Cósmica. Todos somos UNO, es decir, el mismo en distintas manifestaciones y apariencias, y al no reconocernos como Esencia Universal, no podemos AMAR a los demás, como a uno mismo; y al intentar ser el centro del universo, nuestras imperfecciones, las vemos reflejadas en los demás. Si pudiéramos vernos en un espejo de mil caras y viéramos nuestro propio reflejo, todo lo mejor que tenemos, sería para ese doble, que recibiría nuestro Amor, y todo lo que ello representa.
Sólo un formula existe, para que ese caudal inmenso de cariño que sentimos por nosotros mismos, se transmita a los demás, y es, practicar todos los días, para transformar las caras desconocidas en una sola, la de Cristo: sabiendo, desde el fondo de nuestro corazón, que es así, y que nuestros propios errores, envidias, egoísmos, deseos, es decir, nuestras imperfecciones, nos impiden atravesar las facciones del que tenemos enfrente, para poder ver la faz de Cristo transfigurado, y que el rayo de Luz Divina que lleva cada ser humano, sólo puede ser captado en el plano dimensional espiritual, al desarrollar el AMOR.
Recuerdo, una escena de mi vida, donde descubrí, que es posible ver a Cristo en los demás, desechando la imagen física, de un cuerpo inválido en la cama, de una faz arrugada y ajada por el paso del tiempo; los años que desgastan y degradan al ser humano, casi una piltrafa; sólo piel y huesos, y a veces, hasta una mente ida y perdida en el vacío.
Descubrir ese Cristo en el vecino, el amigo, en el familiar, etc. Puede ser algo maravilloso; pues puede servir, para superar traumas, agobios, sinsabores, y también encontrar la alegría de vivir en ésta vida material, porque encuentra el alma, el sentido de vivir, para superar imperfecciones que oprimen y desvían al Ser y que no tienen sentido, si no es para evolucionar, llegando a comprender que la Esencia, pertenece a otro plano, que no corresponde al material.
Si pudiéramos llegar a ver y no con los ojos físicos, que la Esencia que inunda todo cuerpo humano, es la misma, entenderíamos por qué la necesidad de llegar a la Unidad Cósmica. Todos somos UNO, es decir, el mismo en distintas manifestaciones y apariencias, y al no reconocernos como Esencia Universal, no podemos AMAR a los demás, como a uno mismo; y al intentar ser el centro del universo, nuestras imperfecciones, las vemos reflejadas en los demás. Si pudiéramos vernos en un espejo de mil caras y viéramos nuestro propio reflejo, todo lo mejor que tenemos, sería para ese doble, que recibiría nuestro Amor, y todo lo que ello representa.
Sólo un formula existe, para que ese caudal inmenso de cariño que sentimos por nosotros mismos, se transmita a los demás, y es, practicar todos los días, para transformar las caras desconocidas en una sola, la de Cristo: sabiendo, desde el fondo de nuestro corazón, que es así, y que nuestros propios errores, envidias, egoísmos, deseos, es decir, nuestras imperfecciones, nos impiden atravesar las facciones del que tenemos enfrente, para poder ver la faz de Cristo transfigurado, y que el rayo de Luz Divina que lleva cada ser humano, sólo puede ser captado en el plano dimensional espiritual, al desarrollar el AMOR.
Vicente Enguídanos Garrido 20 Marzo 1989 Castellón.
sábado, 13 de agosto de 2011
FIEL ESPOSA, SEÑOR, QUIERO SER.
FIEL ESPOSA, SEÑOR, QUIERO SER.
Fiel esposa quiero ser, desposada,
Pues, como virgen avisada y prudente,
Tener de aceite, la alcuza llenada,
estar preparada para recibirte;
Allá en la oscura noche, la llegada,
Del Rey, su Señor, alma para poder oírte
y que con sus perfumes, ya anunciados
Tiene el aviso, el alma sosegada.
Espera con ansiada dicha, su venida,
A duermevela, revolviéndose inquietada,
también, por la desidia de dejarse atrapar,
Se resiente, a su cercana compañía dejar,
Que presiente su corazón enamorado,
Pues no sabe, qué otro sexto fino sentido,
Y que está cerca, muy cerca, le ha advertido,
Que está cerca le advierte, siempre con latido,
Más rítmico y bastante más acelerado,
Notando, como si unos pasos, que resuenen
A lo lejos, pero en su pecho allí se sienten,
Vibrando, al ritmo de su Esposo, acompasado,
De verdad, en la distancia, a su Esposa amando,
Fluyendo del pecho, las ondas amorosas.
Se expanden por el éter ardorosas,
Y nada obstaculiza su llegada,
Al corazón vibrante de su Amada;
Que, como faro emisor, está captando,
Las ondas que le llegan de su Amado
Siendo así, pues, por resonancia el Amor,
Al mismo tiempo, emisor y receptor.
Vicente Enguídanos Garrido 2 septiembre de 2000
“FIEL ESPOSA QUIERO SER”
El poeta enamorado de la belleza del espíritu, escribe compartiendo lo Divino que sólo la Gracia de la pureza mística sabe mostrar.
¿Existe algún espejismo más cercano al abandono de sí mismo, por aquel a quien le entregas todo; que ver a un alma enamorada siendo la dueña del pensamiento? Descubro ventanas a una armónica y nueva forma de vida. Me quedo ensimismada ante la palabra que expresa el autor con tan dulce entrega, un Amor perpetuo, que se olvida de sí mismo y le confiere protagonismo al poema, en tanto el poeta juega con unos versos caballerescos en una época libre que mira con respeto y mimo el verso.
Sin Tú no soy nada, espíritu muerto que es olvido, caminante sin destino y alma naufragada y si una vez fui algo, era tu soplo de vida el que latía como Gracia en lo Divino. Que domé cuando te fuiste, sin esperanza y sin la vida, mas una alegría iluminó la pena mía. Eras Tú, Rey de Reyes, quien mi corazón prendaste y una flecha de Amor grabaste.
Me ha gustado, la descripción de esa fidelidad de la esposa a su Amado.
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Comentario: Mª Auxiliadora Fonellosa
POEMA DE VICENTE ENGUÍDANOS GARRIDO
PURA,CASTA ENAMORADA
¡Oh, mi Esposo bello y delicado!
Esperar para cuidarte, espero,
Renunciando ya, por ti, a otros amores,
Dejando así atracciones mundanales,
Que ejercen atrevidas pasajeras.
Sólo mirando el camino de verdades,
Llegando a la pureza del Amado,
Sintiéndose acunada suavemente,
Con la ligera brisa de la noche,
Cual caricia en los párpados cerrados,
Sólo los sentidos, enajenados,
Aprendiendo la llegada en sintonía,
Y esa sutil sensación de compañía,
Que hace vibrar el cuerpo y al alma mía,
Sintiendo desfallecerse arrobada,
En un eterno abrazo de cada día,
Al paso del Esposo en la lejanía,
Presintiendo muy hondo, su cercanía,
Pues el alma casta y pura en armonía,
Sólo vive ya pendiente cada día,
Estando preparada, enamorada,
Recibiendo al Esposo, en su día,
Con la lámpara presta y encendida,
Duerme, vela y un poco adormecida,
Disfrutando pues, así, la pronta dicha,
Tener entre sus brazos al Amado,
Al buen Esposo que su Rey, le ha dado,
En una unión que dure para siempre.
Sintiéndose dichosa, alborozada,
Y así, de alegría, toda ella ha vibrado,
Su cuerpo, sin reserva, le ha entregado.
Toda su pureza, en prueba de su amor,
Y fiel al voto que le hizo a su Señor,
Cuando sintiendo, en el fondo de su alma,
Siete años ha, que Él mismo, un día lo pidiera.
Durante todo este tiempo de espera,
Para ir eliminando poco a poco,
Con la gracia que entonces ya le diera,
Las cosas que le apartan de su Amado,
Sólo pensando, en lo que a Él sí le agrada,
Con la ayuda que le llega cada día,
Al pensar con Él, su ausencia y presencia,
Más fuerza así le aumenta que Él le diera.
Y así va caminando, pues Él, la guía,
Sin detenerse por nada que no fuera,
Para ser su visión, recuerdo y meta,
Donde quieren llegar pronto y sentirse,
Por fin eternamente abrazados,
Y fieles y amorosos, ya no verse,
En ningún otro rostro, reflejados.
Vicente Enguídanos Garrido
3 Septiembre 2000 BENICASIM (Castellón) España
¡Oh, mi Esposo bello y delicado!
Esperar para cuidarte, espero,
Renunciando ya, por ti, a otros amores,
Dejando así atracciones mundanales,
Que ejercen atrevidas pasajeras.
Sólo mirando el camino de verdades,
Llegando a la pureza del Amado,
Sintiéndose acunada suavemente,
Con la ligera brisa de la noche,
Cual caricia en los párpados cerrados,
Sólo los sentidos, enajenados,
Aprendiendo la llegada en sintonía,
Y esa sutil sensación de compañía,
Que hace vibrar el cuerpo y al alma mía,
Sintiendo desfallecerse arrobada,
En un eterno abrazo de cada día,
Al paso del Esposo en la lejanía,
Presintiendo muy hondo, su cercanía,
Pues el alma casta y pura en armonía,
Sólo vive ya pendiente cada día,
Estando preparada, enamorada,
Recibiendo al Esposo, en su día,
Con la lámpara presta y encendida,
Duerme, vela y un poco adormecida,
Disfrutando pues, así, la pronta dicha,
Tener entre sus brazos al Amado,
Al buen Esposo que su Rey, le ha dado,
En una unión que dure para siempre.
Sintiéndose dichosa, alborozada,
Y así, de alegría, toda ella ha vibrado,
Su cuerpo, sin reserva, le ha entregado.
Toda su pureza, en prueba de su amor,
Y fiel al voto que le hizo a su Señor,
Cuando sintiendo, en el fondo de su alma,
Siete años ha, que Él mismo, un día lo pidiera.
Durante todo este tiempo de espera,
Para ir eliminando poco a poco,
Con la gracia que entonces ya le diera,
Las cosas que le apartan de su Amado,
Sólo pensando, en lo que a Él sí le agrada,
Con la ayuda que le llega cada día,
Al pensar con Él, su ausencia y presencia,
Más fuerza así le aumenta que Él le diera.
Y así va caminando, pues Él, la guía,
Sin detenerse por nada que no fuera,
Para ser su visión, recuerdo y meta,
Donde quieren llegar pronto y sentirse,
Por fin eternamente abrazados,
Y fieles y amorosos, ya no verse,
En ningún otro rostro, reflejados.
Vicente Enguídanos Garrido
3 Septiembre 2000 BENICASIM (Castellón) España
lunes, 8 de agosto de 2011
EXPLOSIONES DE GALAXIAS
¡A MI AMADO, MI SEÑOR, MI DUEÑO, MI TODO!
Hoy te pido por favor que nunca así deje de ser,
lo que TÚ has bien previsto, pues siempre estaré contento,
de qué es lo que debo hacer, aunque no puedo entender,
el por qué de mi destino, hasta que lo llegue a ver.
Siempre muy rebelde fui, desde bien pequeño he sido,
continué pues siéndolo, me jugaba mi destino
a pesar que viéndolo, sabía que era un desatino.
Hasta bien entrada edad, hasta edad muy avanzada,
cuando por fin pude oírte, pude verte y sentirte,
pude llegar a saber que estabas dentro de mí.
Me llamabas por mi nombre que nunca conocí,
hasta que llegó un buen día que mis oídos se abrieron,
y un dulce canto que me atrajo hacia Ti, sí escucharon,
Sin saber que era mi Amado, que así me reclamaba,
que cual dulce pajarillo, su voz era, mi Señor,
para que dejara el nido, me arrullaba con candor,
pues estaba así yo hecho, para volar por mayor.
Navegante sin fronteras, y por los aires surcar,
no sabiendo mucho antes, para qué esto que mi Amado,
de siempre, a mí, y también para otros, Él ha reservado,
que a su lado estaremos, sirviéndole con agrado.
A cualquier parte que mande, no dejando de adorarle,
de quererle, de reconocerle y de siempre amarle,
aun con nuestra miseria que como nadie, Él conoce,
pues libres, con voluntad y presos de sus delicias,
estamos en su castillo, donde no existen rejas,
ni puertas con doble llave, sino anchos ventanales;
donde luces, de mil estrellas, entran a raudales,
pues, de otros mundos que llegan, son comunicaciones.
Para que no sólo en la Tierra hay vida, sepamos
y que en muchas miríadas de planetas habitados,
la humanidad es igual, y existen como nosotros,
que también Ellos, del mismo Padre y Creador son hijos.
Toda manifestación que en el Universo somos,
de todo lo que está visible y de lo invisible aún más,
en verdad sabemos que es mucho más lo que no vemos,
y allí es, donde habitan, de luces, millones de seres.
Que emiten, sus radiantes frecuencias, de mil colores.
pues cuando en el futuro llegue, al momento tendremos,
el deseado encuentro, y entonces su rostro veremos,
diciéndole a nuestro Dios, eres mi Amado esperado:
Pues es la Luz esplendente, que todo lo ilumina,
la Luz indeficiente, la que sutil difumina,
la que dándose continuamente, nunca se acaba.
la que con miles de millones, de sus vibraciones,
marca el ritmo acompasado a los ciclos espaciales,
la que atrae dulcemente a Sí, como el más potente imán,
lo que gira alrededor de su masa y, no se escapan
los chicos ni los grandes, volviendo de nuevo a casa.
Donde el Padre allí paciente, con todos espera Amar,
que cada rayo de Sol, pueda de nuevo a Él retornar,
dando su Luz al hermano, habiendo aprendido a Amar;
para hacerle despertar, y pueda entonces encontrar,
dentro de sí la Verdad, que guiándole, liberado,
conseguir al fin descubrir, ser hijo enamorado.
Casi sin darnos cuenta, lo inesperado tendremos;
diciéndole a nuestro Dios, que ver de cara podremos:
¡Ha valido la pena, aunque mucho tiempo ha pasado,
por fin te he conocido, eres mi Amado esperado!
¡Siendo mi Amado: eres mi Señor, mi Dueño, mi Todo!
VICENTE ENGUÍDNOS GARRIDO 29 Diciembre 1996 (Castellón) ESPAÑA
viernes, 5 de agosto de 2011
TROPICAL
¿PARA QUÉ ME CREASTE, SEÑOR?
Me creaste, Señor, para que de tu Amor brotara:
Mi Humildad, para aceptarte.
Mi Alabanza, para bendecirte.
Mi Alegría, para gozarte.
Mi Bondad, para abrazarte.
Mi Mansedumbre, para poseerte.
Mi Amabilidad, para compartirte.
Mi Ciencia, para experimentarte.
Mi Sabiduría, para sentirte.
Mi Entendimiento, sin entenderte
Mi Profecía, para manifestarte.
Mi Lengua, para expansionarte.
Mi Sanación, para glorificarte.
Mi Palabra, para proclamarte.
Mi Servicio, para obedecerte.
Mi Temor de Dios, para Adorarte.
Mi Cruz, para seguirte.
Mi Sacrificio, para ofrecerte.
Mi Aceptación, para imitarte.
Mi Perdón, para comprenderte.
Mi Corazón, para quererte.
Mi Mente, para salmodiarte.
Mi Cuerpo, para así servirte.
Mis Ojos, para poder verte.
Mis Oídos, para escucharte.
Mi Lengua, para transmitirte.
Mis Manos, para ayudarte.
Mis Pies, para extenderte.
Mi Alma, para fusionarte.
Mi Vida, para ofrecerte.
Mi tiempo, para conocerte.
Mi Oración, para pedirte
una FE para vivirte, ESPERANZA para confirmarte
y CARIDAD para amarte, con tu AMOR.
Gracias, Señor, por tenerme en tu Corazón, Misericordioso,
antes de todos los tiempos y al regresar pronto a Tu Casa,
y ver Tu Rostro, poderte decir, mi Señor,
Mi Padre, Mi Hermano.
¡Te Amo!
Vicente Enguídanos Garrido
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