La parte física se puede medir en unidades cuánticas (una unidad cuántica de luz es el fotón, de la gravedad es el gravetón y de la unidad eléctrica es el electrón). La unidad cuántica de nuestro cuerpo es un pensamiento, pero también lo es al mismo tiempo un emoción, un deseo, un instinto, un concepto, una idea. No es algo verbal, es un impulso muy leve que te motiva para beber un vaso de agua o caminar de aquí para allá. De esta forma se puede hablar de una inteligencia impulsiva. En un nivel muy básico, un pensamiento es un impulso energético.
Mientras se piensa, se están creando moléculas que se liberan de cada partícula de nuestro cuerpo”.
Podríamos preguntarnos antes estas manifestaciones ¿qué es pensar, cuál es la naturaleza del pensamiento? Alguien dijo: “que nosotros somos lo que pensamos todo el día”, la Biblia dice: “conforme piensas serás” y según el Dr. Sheldon “pensar es efectuar una química mental”. En los últimos años ha habido una investigación muy interesante sobre cómo reacciona nuestro cerebro, pues en un pensamiento o una sensación, nuestro cerebro crea un producto químico llamado neuropéptido. Los especialistas dicen en la actualidad que hay células receptoras dentro de las mismas células cerebrales. Cuando una célula cerebral quiere comunicarse con otra, fabrica un neuropéptido cuya forma física se parece a una mina marina.
Los lugares de recepción de estas otras células tienen una forma en la que encaja perfectamente el neuropéptido. Estos engarces son muy individualizados y sólo un tipo de neuropéptidos puede encajar ahí. Cuando queda encajado, la comunicación es completa y de esta forma se comunica el sistema nervioso entre sí.
Está demostrado que superficialmente son los vasos sanguíneos capilares los que transmiten mensajes que no tienen nada que ver con los del contenido de los más profundos.
Estos procesos son interesantes porque nos muestran que hay lugares receptores en otras partes de nuestro cuerpo y que no están limitadas a las células cerebrales. El primer lugar donde se encontraron células receptoras después de las cerebrales, fue en el monocito (célula blanca que forma parte de nuestro sistema inmunológico). Posteriormente el monocito ha sido muy investigado y se ha comprobado que hay noventa lugares receptores en él. Los neuropéptidos creados por el cerebro pueden ser detectados por el monocito. El sistema inmunológico está escuchando de una forma oculta nuestro diálogo interno. No se puede tener un deseo, un pensamiento o cualquier sensación, sin que se entere el sistema inmunológico.
Se ha descubierto que las células inmunológicas son capaces de producir sus propios neuropéptidos, es decir, nuestras células inmunológicas son capaces de pensar por sí mismas, tienen su propio intelecto, sus propias ideas y sus propias emociones, e incluso se ha comprobado que todos los órganos del cuerpo son capaces de hacer esto. Ellos crean sus propios receptores, de esta forma tenemos un cuerpo que piensa, del que se desprende que la mente no está limitada al cerebro, ya que está igualmente en cada célula de nuestro cuerpo.
Cuando decimos “mi corazón está triste” o “estoy explotando de alegría”, se está hablando de una forma literal, pero esto es lo que realmente está ocurriendo de forma química.
Esta química funciona de una forma muy sencilla. Supongamos que uno se siente tranquilo y feliz por la causa que sea. Bajo estas condiciones el cuerpo se encuentra muy relajado. Si está ansioso, el cuerpo crea moléculas nerviosas de histeria, no sólo a través de las adrenalinas, sino a través de todo el cuerpo. Si se siente emocionado o lleno de alegría, se crean unos moduladores inmunológicos anticancerígenos muy poderosos llamados interleucinas.
Si va a un hospital y le inyectan el equivalente a dos tazas de interleucinas, le va a costar cerca de 400.000 pesetas, pero si se va a Disneylandia y se sube a la montaña mágica, su cuerpo creará millones de interleucinas e interferones, sin ayuda de nadie, si piensa que va a ser una experiencia positiva, pero si le da miedo montar, su cuerpo creará una química negativa. Sabiendo, hay que pararse a pensar qué es lo que crea en usted alegría o gozo. Es lo mejor que puede hacer para su sistema inmunológico. Hacer lo que le entusiasma, es la solución.
Por todo ello el cerebro, puede crear productos químicos de la nada, habiéndose descubierto alrededor de cincuenta productos, los fabricados en un momento determinado. Estos no circulan normalmente por la sangre, sólo se crean cuando hacen falta. Uno de estos productos son las endorfinas que son cincuenta veces más potentes que la morfina. La mente puede crear productos en el momento necesario, con la fuerza deseada y en la dosis necesaria. todas estas instrucciones surgen al mismo tiempo y no tienen efectos secundarios para el organismo. Un ejemplo de ello es el del soldado que ha perdido un brazo en el campo de batalla y sigue caminando. Su cuerpo ha producido estos analgésicos.
Al preguntarnos en realidad qué somos, podemos contestar que somos cuerpo y mente al mismo tiempo. La mente no está limitada al cerebro, está en todas las partes del organismo. Tampoco está limitada al cuerpo físico, hay algo que sale de esa parte física al exterior. Este campo de interacción está lleno de información y está intercambiando mensajes con todos los seres que pueblan el Universo, aunque de forma inconsciente.
Si pasamos a pensar en un nivel más profundo y tiene consciencia de este proceso, se puede dar cuenta de que puede escoger y sacar de ahí la respuesta sanadora que existe , porque tenemos dentro de nuestro organismo las drogas más apropiadas para hacerlo. El cuerpo es la expresión de la totalidad de los pensamientos que tienes de ti mismo. Si uno cree que su cuerpo va a envejecer de tal forma, seguramente será así. Por eso si cambiamos de ideas, el cuerpo puede cambiar de forma espontánea. Esto es algo difícil de comprender pero podría cambiar una conmutación biológica. No es necesario hacerse un lavado de cerebro, lo único que se necesita es tener la percepción necesaria para que ésta cause los cambios. Es como una alimentación espontánea. La percepción en sí hace que se produzcan los cambios. Tenemos el ejemplo el “efecto placebo” que cura el 50 por ciento de los problemas psicológicos. Al hilo de esto me viene la idea de la película “Las tres caras de Eva”, en la que se contaba la historia de una mujer que tenía tres personalidades completamente distintas. En su día fue algo excepcional, pero ahora tenemos conocimiento de que hay personas que tienen hasta catorce personalidades.
En el cuerpo entran y salen personajes distintos. Si uno de esos personajes tiene diabetes, cuando a la persona se le hace un análisis de sangre , tendrá el azùcar muy alto. Si a los cinco minutos sale ese personaje y entra otro y se le hace al cuerpo un nuevo análisis, el azúcar habrá bajado. Esto se ha podido comprobar. Ante esto cabe que cualquiera de Vds. se pregunte ¿Cómo es `posible que la química de la sangre cambie tan pronto?. Porque el cuerpo no es más que la expresión de la conciencia que contiene el cuerpo.
También podíamos preguntarnos ¿ por qué no se ha descubierto antes ?La respuesta es, sencillamente, porque que estábamos bloqueados, por los conceptos que nos dan nuestros sentidos y que creíamos que eran la verdad absoluta. Pero ya sabemos que no es verdad. Mi sentido me dice que mi cuerpo es sólido, los sentidos nos decían que la Tierra era plana y que el mundo es estacionario, cuestiones que como todos sabemos hoy en día, no son ciertas.
Si tienes conciencia de todo esto empiezas a sentir un cuerpo mucho más fluido, más dinámico, más cambiante. De hecho, el cuerpo está cambiando de una forma más fácil y rápida de la que nosotros somos capaces de cambiarnos de ropa. Es muy importante que comprendamos la naturaleza de nuestro cuerpo tal como es. Es decir, que la comprensión intelectual llevará a cabo la transformación.
Profundizando sobre lo dicho anteriormente, podríamos hablar de lo que representa la autoestima, como pilar básico para mantener la salud. Se sabe que las enfermedades coronarias, matan a más personas que cualquier otra enfermedad. Si tuviéramos más amor y cariño, bajaría mucho este índice. El 50 por ciento de las personas que sufren ataques cardíacos no tienen ninguno de los factores habituales de riesgo, como el alcohol y el tabaco. ¿Entonces, qué influye sobre esto? Dos motivos: la insatisfacción en el trabajo y la falta de autoestima personal. También es curioso resaltar que los lunes por la mañana hay un índice de problemas de corazón, mayor que los otros días. La única diferencia reside en que hay un pensamiento más negativo, respecto al trabajo. En un hospital, tuvo lugar una observación con niños prematuros, de menos de un kilo y medio de peso.
A uno de los grupos, les pusieron en incubadoras sin más, mientras que al otro grupo se les sometió a cuidados y atenciones, al menos durante diez minutos al día (los científicos llamaban a esto “estimulación kinestésica táctil). El grupo que recibió las caricias ganó el 49 por ciento más de peso al día y se les permitió salir de la incubadora cinco días antes, con lo que se ahorró dinero del tratamiento. Claro que hay que aclarar que esta práctica estaba motivada por el ahorro; no lo hacían por amor, ni por conciencia de cariño hacia los niños. Pero el ejemplo puede servir para concienciar a los sanitarios que el amor puede servir en los hospitales para beneficiar a los enfermos y también para que salgan más baratos sus cuidados.
Los científicos emplean diferentes términos para definir los campos energéticos. Unos hablan de campo unificado, otros de campos morfogenéticos, pero la naturaleza es básicamente espacio vacío que está lleno de información y energía, pudiendo modificar ambos con nuestras técnicas. Por ello podemos hablar de que nuestra verdadera esencia es un campo sensorial que tiene una reacción con él mismo y se convierte en nuestro cuerpo y nuestra mente. Básicamente somos conciencia que concibe, gobierna, y se convierte en cuerpo-mente.
En principio parece muy abstracto, pero si llegamos a comprenderlo, llegaremos a una conclusión muy dramática; que no somos máquinas físicas que han aprendido a pensar, sino que más bien somos pensamientos que han aprendido a construir una máquina física.
Para ello debemos tener conciencia de lo que pensamos. Ahora mismo, no somos conscientes que nuestros pies están tocando el suelo, si no se lo hubiera comentado, ni notamos que la ropa nos toca el cuerpo, sino se está pendiente de ello. Conviene no olvidar que la condición de nuestro cuerpo es el resultado de nuestra conciencia.
Lo que verdaderamente es una pena es que el mundo en general es el resultado de estos pensamientos colectivos. por tanto, es bueno hacer un retiro espiritual, para “recargar pilas”, pero la realidad es que somos espirituales y estamos teniendo una experiencia física en un lugar transitorio.
El 99 por ciento de lo que somos es invisible. Todo lo que hacemos en la vida es precedido por un pensamiento, así que tenemos la libertad de escoger esos pensamientos. Sólo es necesario que tengamos el control de hacerlo, de una forma consciente, en vez de hacerlo de una forma inconsciente.
Podríamos preguntarnos entonces ¿dónde hay que buscar la respuesta; dentro o fuera del cuerpo? con un pequeño ejemplo llegaremos a la conclusión correcta. A un hombre se le cayó una llave en su casa y en ese momento no había luz. Salió y se puso debajo de un farol, para buscar la llave. Vino un amigo y se puso a buscarla con él, pero como no la encontraban le dijo el amigo: ¿dónde se te ha caído? Dentro de la casa, respondió él, a lo que el amigo le contestó ¿por qué la buscas aquí si está dentro, estás loco?, y él respondió, en la casa no hay luz para verla.
Nosotros no somos tan tontos para buscar una respuesta fuera, cuando la tenemos dentro de nosotros mismos. Hay que tener la mente abierta y sin limitaciones programadas. Cuando uno está inspirado la vida funciona, si no estás inspirado, la vida no es más que problemas, así que busca la inspiración como sea y no te quedes esperando a que venga a ti.
Una mala noticia es que la Ciencia avanza a través de fracasos y errores, propios de quien no acepta las ideas nuevas. No dejemos que esto nos ocurra a nosotros. Debemos acoger las ideas nuevas y avanzar por delante de la Ciencia, pero siempre buscando la sabiduría de la naturaleza de nuestro cuerpo.
Todos nosotros tenemos un paciente muy complejo “nosotros mismos”.
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