La inconstancia, error humano que no entendemos, cuando queremos superar con nuestros propios medios y que luego de una reflexión profunda, con las experiencias de las numerosas caídas, en ese estado letárgico de inconsciencia, puede servirnos, para llegar a comprender que es muy difícil, sin pedir ayuda, salir de ella.
Es una caída de nivel, al manifestarse la materia, absorbiendo las energías positivas de sentimientos espirituales, produciendo en el hombre avezado a lo material, un retroceso en su evolución, sin embargo, es un esfuerzo que el SER, debe superar para volver a vibrar en la frecuencia del AMOR.
También está permitido al hombre en su libertad, para que sea capaz de comprender y asimilar lo que pierde, dejándose arrastrar por el medio que le rodea; por la dejadez, la pereza, la apatía y, así, luego de darse cuenta de la pérdida de su momento armónico, vuelve a recuperar el estado de gracia, volviendo a vibrar en la frecuencia determinada, ganada a pulso con el esfuerzo propio de sentirse elevado de nuevo al estado puro, donde la humildad, es el arma que puede defendernos del Ego, del orgullo y de la vanidad.
Es la oración sentida, en continua comunicación con Cristo, la que nos dará la fuerza, el vigor necesario para superar el abatimiento, que se produce en épocas de nuestra vida; y que, nos va empujando hacia el abismo de la dejadez espiritual, absorbidos por los planos materiales que nos rodean continuamente y estos, en su afán de ayudarnos, nos incitan a superar a los demás, a ganar los primeros puestos de poder, de mando y a obtener el máximo beneficio de todo lo que hagamos, sin comprender a veces, quienes tanto nos aprecian, que ahí está el peligro de ese abandono, pues no se puede servir jamás a dos señores.
V. Enguídanos Garrido
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