sábado, 10 de septiembre de 2011

LA SONRISA LA MENTE Y EL ESPIRITU

2ª PARTE
En el artículo antedicho, una frase me impactó, pues me recordaba una situación parecida que yo había vivido con un muchacho drogadicto. La frase estaba en relación de un bloqueo de relación entre un hijo y su madre. “ Mírale a los ojos, sonríele con dulzura. Cógele delas manos y dile con amor y firmeza: creo en ti. Luego abrázale y exprésale tu amor con el corazón y ya verás como algo ocurre”.
Y así ocurrió con mi amigo el drogadicto, pues pasó, de no poder hablar seguido más de un minuto, ni leer de un tirón, más allá de un par de líneas de texto, a aprobar un curso nocturno de BUP, hasta con buenas notas y poder estar hablando conmigo tres o cuatro horas diarias de distintos temas. Durante todos los días de un año entero, estuve escuchándole, de lo que él quería hablar, y hablándole de lo que él quería escuchar. Queriéndole como él necesitaba que le quisieran, y dejándome querer como él necesitaba alguien a quien querer.
Nuestras miradas y nuestras sonrisas vibraban en la misma frecuencia, por eso salió adelante, dejó la droga, la bebida y pudo rehacer su vida, al contar con alguien que confiaba en él, sin juzgarle, sin presionarle, marcando él mismo su propio ritmo de recuperación; sabiendo descubrir la motivación para superarse. La experiencia, que empezó en Agosto de 1991, y duró hasta Agosto de 1992, para él fue decisiva y engrandecedora, pero para mí, fue de inmensa felicidad, pues ayudándole a él, me estaba ayudando a mí mismo, en mi caminar espiritual, pues me hizo descubrir con su alegre sonrisa abierta y su mirada transparente que se podía llegar hasta su alma bondadosa y a esos niveles, la experiencia del espíritu, es profunda y conmovedora.
Mi amigo, había sufrido la falta de amor desde bien pequeño, un abandono en su época infantil donde las caricias de una madre y las conversaciones con un padre son tan necesarias en la formación y desarrollo psicológica de un niño.
En el campo psicológico, se está viendo que los niños que son criados por madres alegres, comunicativas y sonrientes, crecen más fuertes y sanos, aprenden a hablar antes y, cosa muy interesante, son más dinámicos y creativos.
La sonrisa motiva, según dijo alguien. Motivar con amor es impulsar a las gentes hacia unas metas superiores. Sonreír despierta el valor y la seguridad en sí mismo, en los momentos de flaqueza. ¡Sonreír a los demás, nos permite ayudarles a triunfar!
Se han hecho muchos experimentos clínicos sobre la influencia de la sonrisa en la actitud del personal sanitario de los hospitales sobre los pacientes. En los hospitales de los Estado Unidos, se hizo el experimento siguiente. A los pacientes con problemas de úlcera gástrica, se les dividió en dos grupos. Con los enfermos del primer grupo, el cirujano habló distendidamente con cada uno de ellos, durante cerca de media hora, antes de hacerles pasar por el quirófano. El médico y las enfermeras debían sonreír amigablemente y mostrarse positivos. A los integrantes del otro grupo, se les dio el trato habitual; sin más explicaciones, se les dirigía directamente a la operación. Los resultados fueron sorprendentes.
Los ulcerosos del primer grupo, necesitaron la mitad de días de permanencia en el hospital durante el período postoperatorio, para recuperarse de la intervención quirúrgica.
Los efectos terapéuticos de la sonrisa, pueden reflejarse en la siguiente historia. En cierta ocasión, un sabio yogui de los Himalayas, cogió trozos de palma y de corteza de abedul y se presentó en una aldea. Visitó casa por casa y, allí donde había alguien necesitado y enfermo, entraba muy sonriente, ofreciendo como obsequio, sus trozos de palma o de corteza. Muchos de los que recibieron dichos presentes, ridiculizaron el valor de tan insignificantes trozos y dijeron: “¿No es ridículo intentar curar las enfermedades, con unas simples cortezas de árbol? Ellos sólo creían en el valor de las pócimas y los medicamentos. Pero hubo otros aldeanos, que también recibieron los trozos de hoja de palma y de corteza de abedul, que se mostraron bastante más sensatos y los aplicaron sobre la parte afectada y enferma de sus cuerpos, notando enseguida alivio. Comprendieron éstos que el yogui, había colocado sus manos sobre los pedacitos enviados, impregnando su textura con energía curativa de amor. Sí, al sonreír, la energía del corazón fluye hacia las manos, cargándolas de energía y poder de curación. Y, entonces, muchas cosas son posibles...La verdad es que la vida es muy dura y difícil. Muchas veces no nos sentimos valorados ni remunerados en nuestro trabajo. Nos sentimos olvidados por los amigos y los hijos. Nos sentimos incomprendidos por el marido, por la mujer. En definitiva nos sentimos maltratados en toda clase de relaciones y por todo tipo de personas. Podemos cambiar de pareja, de trabajo, de amigos y aún así nos seguiremos sintiendo desgraciados. No es escapando de las situaciones conflictivas o desagradables como se solucionan nuestros problemas. ¿Qué hacer entonces? Enfrentar esas situaciones con un cambio de actitud. Cambiemos, nosotros, expresemos una mejor disposición anímica, sonriamos y provoquemos un cambio en la actitud de las personas hacia nosotros mismos. Amando y sonriendo, se transformarán nuestras relaciones mejorando substancialmente la calidad de las mismas. Y éste es el poder y el secreto de la sonrisa, quien es capaz de sonreír, despliega la fuerza del amor, y quien aún ama, es capaz de desplegar el poder de transformar el mundo. Y, esto es magia, la magia de la sonrisa.
Como decíamos al principio, la mente tiene una misteriosa unión con la sonrisa. Se me confirmó leyendo unas declaraciones realizadas por el Dr. Sheldon C. Deal, eminente kinesiólogo, de la localidad norteamericana de Tucson( Arizona), cuando hace unos años estuvo en Madrid, para realizar unas demostraciones de sus técnicas y habló de la toma de conciencia y del poder de la mente. La mente más allá del cerebro, la naturaleza del pensamiento, la materia como vacío, las ideas como desecadenante o generadoras de la enfermedad o de la salud.
Decía el Dr. Sheldon, que la mente es capaz de reconstruir cualquier parte del cuerpo, aunque parezca inverosímil. No existe enfermedad sobre la Tierra que no se haya curada alguna vez de forma espontánea. Existen datos fehacientes, de curaciones repentinas de enfermedades que la Ciencia ha considerado incurables, en las épocas en que se han producido. Esto se pude dar si la persona enferma piensa con todas sus fuerzas que esto es posible. Durante 1991, las estadísticas de las remisiones espontáneas de enfermedades terminales han sido de un 0.1 por ciento, pero se puede mejorar, si nosotros, con el poder de nuestra mente, queremos que así sea.
Para el desarrollo de la mente, existen cinco factores vitales en el hombre: pensamiento, aire, agua, ejercicio y comida. El pensamiento y la mente, en general, tienen un poder que llega fuera de nuestros limites, pero dentro de nosotros lo podemos controlar, convirtiéndose en algo fabuloso.
Un ejemplo de superación ante la adversidad, puede quedar patente con el siguiente caso: En Australia, todos los años se celebra una carrera entre las ciudades de Sydney y Melbourne, separadas por unos setecientos Kilómetros. Acuden a ella, atletas de todo el mundo.
Un año se inscribió Cliff Ywang. Los periodistas se fijaron en él porque tenía sesenta y un años, de edad, e iba vestido con una especie de mono, calzando unas galuchas (unas botas encima de otras) y de esta estrafalaria forma pensaba tomar parte en la carrera.
Los periodistas le preguntaron si podía competir con atletas profesionales y si podría aguantar una carrera tan larga a su edad, a lo que respondió que en el rancho donde trabajaba no había caballos y tenía que correr para coger las vacas, corderos y cerdos.
Se inició la carrera y no sólo Cliff la ganó, sino que además lo hizo con más de un día de ventaja, sobre el segundo clasificado. No fue el corredor más rápido, pero al no parar para dormir, llegó el primero. Uno de los trucos que empleo para ahorrar energía fue el de correr sin doblar las rodillas. al año siguiente no compitió porque no consideraba importante competir para ganar con tanta facilidad.
Esta historia nos lleva a la conclusión de lo perjudiciales que pueden ser las ideas preconcebidas. Este hombre ganó porque no tenía las ideas preconcebidas que todos tenían de sus limitaciones.
Nosotros, no nos damos cuenta, de hasta qué punto estamos atrapados con ideas preconcebidas.
Hace quinientos años, el mundo era plano; antes de Cliff los atletas decían que tenían que dormir seis horas para correr mejor, y Carl Lewis, estableció un récord mundial de los 100 metros lisos que nadie hasta ese momento creía que se podía mejorar.
Estamos atrapados por nuestras ideas preconcebidas. Sólo vemos las cosas que previamente nos creemos que existen, mientras que aquello que creemos que no existe, no lo vemos.
Tenemos una vista sensorial del mundo que está preprogramada. Un par de ejemplos nos aclararan las cosas. Una vez se llevó a un oso polar a un zoológico, pero por problemas de espacio, se le introdujo en una jaula pequeña. Cuando al cabo de unos meses se le pudo meter en un recinto diez veces mayor, el oso siguió dando el paseo exactamente con la misma distancia que tenía en la jaula anterior.
El otro caso acaeció en la India, donde los nativos atraparon a un elefante joven y le ataron la pata con una cadena a un árbol. El animal se dio cuenta de que el árbol lo tenía prisionero. Con el paso del tiempo, el animal iba creciendo y poco a poco le iban acortando la cadena. Cuando llegó adulto, la cuerda era fina y corta y lo ataron a un árbol más pequeño.
Pues bien, aunque ahora podía huir, dada la fragilidad de su prisión, el elefante no se iba, porque, según había “aprendido”, estaba encarcelado mentalmente. No rompía la cuerda, ni intentaba separarse del árbol. Ese era su programa y el límite de su mundo.
No somos como los animales, pero lo que si es cierto es que todos tenemos una vista sensorial de lo que nos rodea. Tenemos un programa fijo que está determinado por nuestros pensamientos, pero nosotros somos los autores de nuestros pensamientos y podemos cambiarlos, cosa que los animales no pueden hacer.
Hay otro caso muy curioso e interesante sobre un experimento que realizó el Dr. Langer, psicólogo de la Universidad de Harvard, que puso un anuncio en el periódico pidiendo cien voluntarios, con una edad superior a los sesenta años, para llevar a cabo con ellos un experiencia durante diez días. Les condujo a un sitio apartado en el campo para que estuvieran aislados del mundo, y poder así simular con ellos que volvían a los años 50. Se les hizo un gran reconocimiento físico y mental, se les tomó la tensión, altura, flexibilidad, fuerza, agilidad, y muchas pruebas biológicas.
Los periódicos, revistas, programas de televisión, decoración e imágenes de todo tipo pertenecían a la década de los 50.
Diez días después, se les volvieron a hacer todas las pruebas biológicas y se pudo comprobar que habían rejuvenecido una media de siete años en eso diez días. Era una gran noticia para la Humanidad, pero cuando regresaron a su mundo perdieron los siete años ganados “volviendo” a la edad biológica que tenían.
El miedo, que es psicológico, produce cambios estructurales en el organismo, de tal manera que aparecen reacciones internas, acompañados de emisiones de sustancias que favorecen la disfunción energética y con ello una bajada de nivel de las defensas disminuyendo la carga electromagnética que mantiene nuestra actividad normal de energía, y en ese momento aparece lo que se llama “enfermedad”.
Debería resurgir una conciencia más profunda de nuestra existencia. No podemos ver el cuerpo, sólo, desde el ángulo físico. Si nos preguntan ¿De qué está hecho el cuerpo?, se dice que de órganos, huesos, músculos, pelo, etc., pero éstos ¿de qué están hechos? de tejidos y estos, a su vez, de proteínas, grasas, hidratos de carbono y así hasta llegar a los electrones, protones y neutrones.
Sabemos que el átomo está formado por un núcleo de protones, un espacio vacío y luego una o varias capas u órbitas donde giran los electrones. Está prácticamente hueco, en el 99 por ciento de su espacio, y está unido a otro electrón, dejando entre ambos otro gran espacio, formándose así el cuerpo humano. Hay tanto espacio vacío en nuestro cuerpo que cualquier cosa etérica, pasaría sin problemas a través nuestro.
Si el núcleo de un átomo tuviese el tamaño de la Tierra, el electrón más cercano estaría a una distancia, como de la Tierra a la Luna. Einstein dijo lo siguiente: Si tomáramos toda la materia sólida que compone el cuerpo humano, se podría colocar sobre la cabeza de un alfiler”.
CONTINUARA LA TERCEA Y ULTIMA PARTE. GRACIAS. VICENTE

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